Cuenta la leyenda procedente del antiguo Imperio Romano que el jabón nació en el Monte Sapo, lugar utilizado por la ciudadanía para realizar sacrificios de animales, con el fin de recibir ayuda divina para afrontar los problemas de la vida cotidiana. La grasa derretida procedente de los cuerpos se mezclaba con el agua de la lluvia, dando lugar a una especie de pasta que, en contacto con los atuendos y uniformes de los que frecuentaban dicho lugar, eliminaba la suciedad.
Este bien podría ser el origen del descubrimiento de las pastillas de jabón pero, como todos los cuentos y leyendas, no se tiene la certeza absoluta sobre ello. A lo largo de la historia de la humanidad, las distintas civilizaciones han utilizado diversas soluciones para combatir el problema de la suciedad y la higiene. En este sentido, se puede destacar desde la arcilla que utilizaban en Mesopotamia hasta la combinación de grasa, natrón y cenizas de los egipcios, pasando por la mezcla de aceite de oliva y carbonato de sodio de los fenicios.
Este uso de sustancias limpiadoras fue decreciendo una vez entrada la Edad Media, donde las plagas y enfermedades estaban a la orden del día, azotando a la población con el consecuente aumento de la tasa de mortalidad entre las clases menos pudientes.
No es hasta finales del siglo XVIII cuando realmente se establece un uso cotidiano y estandarizado del jabón, tanto en su versión de producto personal como en formato de artículo de limpieza de recintos y hogares. En esta época, su método de obtención cambia radicalmente. Frente al sistema natural y tradicional de las antiguas civilizaciones, se cambia a un modelo químico, más industrializado. Con este impulso se produjo un gran desarrollo en el sector, creando entre la sociedad una serie de necesidades relacionadas con la limpieza y la higiene, que podían suplir mediante la compra de este tipo de productos. Por ello, el jabón pasó de ser un artículo de lujo con ‘propiedades naturales’ a una mercancía de consumo masivo ‘con características meramente químicas y artificiales’, normalizándose dentro de la sociedad.
En la actualidad, gracias a los múltiples avances, estudios y experimentos llevados a cabo en el sector, existe una amplia gama de productos destinados a eliminar la suciedad y potenciar la higiene, encuadrados en ámbitos tan diversos como el de la higiene personal, lavado de textil, detergentes, sanidad o limpieza de superficies, entre otros.
No obstante, hoy día muchas marcas de higiene siguen fabricando pastillas de jabón natural, con pocos procesos químicos, que se siguen utilizando en nuestro día a día para lavar la ropa, manos, cuerpo o, incluso a veces, el propio rostro.
Es el caso de la marca Lagarto. Una marca de detergente y limpiadores en pastillas que es reconocida en nuestro país por fabricar pastillas de jabón natural y escamas de jabón para poder adaptarlo al tipo de lavado que se necesite.
A continuación te mostramos los productos más populares de Lagarto: