El amoniaco es una sustancia química natural que producen todos los organismos vivos, en forma de gas, y que está presente en el aire, suelo y agua.
Es biodegradable e imprescindible para la vida, ya que interviene en la descomposición de los restos de los nutrientes, permitiendo así su eliminación por la orina; en la síntesis de las proteínas y los aminoácidos y para la producción de hidrógeno.
Se trata de un compuesto que se evapora muy rápido y su olor en estado puro es inconfundible, y bastante desagradable. Su composición responde a un átomo de nitrógeno (N) y tres átomos de hidrógeno (H) y su fórmula química es NH3.
La obtención de amoniaco líquido de manera sintética fue realizada por primera vez en el año 1909, gracias a las investigaciones de Fritz Haber y Karl Bosch, que recibieron el premio Nobel por ello. Su logro supuso el poder fertilizar las tierras, gastadas e improductivas en muchas zonas, y con ello garantizar la alimentación una gran parte de la población mundial.
Usos más frecuentes del amoniaco
Al ser soluble en agua es muy utilizado para la elaboración de diferentes productos de uso frecuente que van desde la fabricación de medicamentos, fertilizantes, refrigerantes, textiles y productos de limpieza hasta la elaboración de cosméticos como es el caso de los tintes de pelo.
En el ámbito doméstico se puede emplear de diversas maneras y para determinados procesos de limpieza, y aunque muchos de los conocidos multiusos lo incluyen en su composición, no vale para todo.
Hay que ser prudente en con él, ya que las superficies delicadas, como pueden ser las de los es seres barnizados, encerados o lacados, se dañan con su utilización.
¿Cuándo usar un limpiador amoniacal?
Por lo general la limpieza se asocia con la desinfección y eso, aunque es algo coherente, en la realidad corre por cauces diferentes. El amoniaco es un gran limpiador y desengrasante, pero su poder desinfectante no es tan potente como puede ser el de la lejía, u otros productos clorados, lo cual en absoluto quiere decir que lo ideal sea mezclarlos.
Al contario, hay que utilizarlos siempre por separado, ya que su mezcla provoca una reacción química en la que se libera cloramina que es muy perjudicial para la salud.
Por tanto, el objetivo adecuado del uso de amoniaco debe ser el de obtener limpieza y brillo, así como el de eliminar restos incrustados de grasa en determinadas superficies y tejidos, no el de la desinfección profunda.
En el cuidado del hogar en general, los principales usos del amoniaco, y de los productos de limpieza que lo llevan, son:
- Eliminación de grasa.
- Limpieza de cristales y espejos.
- Limpieza de sanitarios y azulejos.
- Eliminación de la cal en grifos y tuberías.
- Limpieza de metales y maderas no tratadas.
- Limpieza de ropa y calzado.
- Higienización de alfombras y moquetas.
- Eliminación de malos olores en electrodomésticos.
La limpieza con este producto en estado puro solo se realiza en instalaciones industriales donde el personal está preparado para hacer un buen empleo de él, para el hogar hay que usar amoniaco muy rebajado en agua y así evitar accidentes domésticos.
¿El amoniaco es peligroso?
El peligro que implica el uso de un limpiador amoniacal es similar al de cualquier otro que esté compuesto por químicos, pero en este caso, además, al ser muy volátil, hay que usarlo en ambientes muy bien ventilados.
En concentraciones elevadas resulta corrosivo en contacto con la piel y los ojos, por ello si es necesario emplearlo de esta manera es imprescindible el empleo de ropa y accesorios de protección que lo impidan.
Aunque este no es el caso del amoniaco que habitualmente se tiene en casa, nunca está de más utilizar guantes a la hora de manipularlo.
Como todos los productos de limpieza, el amoniaco debe guardarse en un lugar seguro, seco y ventilado; y evitar que le dé la luz del sol directa de manera continuada, ya que al ser oxidante es potencialmente combustible.
La gran diferencia que hay entre este producto y productos de limpieza, como el anti-cal, los desengrasantes o los clorados, estriba en su potencia para eliminar manchas difíciles como las de vino, café, sangre o aquellas en que la grasa ya ha sido absorbida; y además, en su poder desincrustante.
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