Las labores de limpieza en general comprenden infinidad de tareas que, a su vez, requieren la utilización de distintos productos. Entre la amplia oferta que muestra el mercado, el amoniaco y la lejía se imponen como fuertes elementos desinfectantes. Pero, ¿Sabes cómo utilizar correctamente la lejía y amoniaco?
Las estancias, como oficinas, comunidades de vecinos, empresas, hogares, etc, requieren una serie de cuidados para estar siempre en perfecto estado con el único fin de prestar una calidez y bienestar que nos hagan la estancia mucho más cómoda. Para lograr una estancia limpia y ordenada, la organización es un requisito indispensable. La limpieza se realizará de forma constante para evitar la acumulación de suciedad y bacterias. Además de un buen ‘planning’, los productos que empleamos también condicionan dicha tarea, en este caso en lo referente al tiempo que podemos dedicarle. Por eso, es importante conocer las funciones y características de los productos que están a nuestro alcance.
Diferencia entre lejía y amoniaco
La lejía y el amoniaco destacan entre los productos limpiadores más utilizados. La primera, científicamente conocida como hipoclorito sódico, es un producto que cuenta con una alta función oxidativa, ya que la formación y liberación de radicales libres asegura una adecuada erradicación de los microorganismos adheridos a las superficies.
En cuanto al amoniaco, cuenta con una potente propiedad desengrasante, muy eficaz para eliminar las manchas difíciles. Se utiliza como limpiahogar diluido en agua, aunque también es efectivo para eliminar manchas en la ropa, telas, alfombras, etc. Además es capaz de quitar el brillo al barniz y la cera por lo que se utiliza en tareas de decapado de muebles.
Desinfectante o quitamanchas
Ambos productos se pueden emplear indistintamente en la limpieza de superficies, no obstante, cada uno cuenta con unas propiedades determinadas que les hacen más efectivos en tareas específicas.
La lejía, podemos emplearla en la limpieza de la ropa blanca, pues gracias a su alto poder blanqueador actuará de una forma concentrada en la erradicación de la suciedad. Sus moléculas de cloro atacan a los colorantes produciendo un efecto aclarador, aunque debemos controlar la cantidad de lejía empleada, ya que un uso muy concentrado produce un tono amarillento en las prendas. En cuanto al hogar, consigue desinfectarlo de todo tipo de bacterias y gérmenes, sea cual sea la superficie. Con todo, el baño es la zona más indicada para desinfectar con lejía.
El amoniaco, por su parte, es altamente eficaz en la erradicación de manchas; de hecho consigue eliminar aquellas que otros productos son incapaces de quitar. Generalmente, suele emplearse como un desengrasante, por lo que resulta idóneo para limpiar azulejos, baldosas, cristales, filtros de campanas extractoras, etc. O lo que es lo mismo, es ideal para limpiar toda el área de la cocina.
Gracias al amoniaco también podemos suprimir las huellas de los dedos que suelen quedar sobre los muebles, así como las manchas de sangre, zumo o tejidos. Pero nunca hay que olvidar que éste deberá estar correctamente diluido para evadir posibles intoxicaciones.
Precauciones
Estos productos son altamente corrosivos y deben ser manipulados con precaución. Para ello, es recomendable leer las instrucciones del fabricante con el fin de conocer las cantidades necesarias que emplearemos a la hora de la limpieza. Asimismo, es fundamental no mezclar la lejía con otros productos, para evitar una liberación precipitada del gas cloro y que podría derivar en posibles intoxicaciones.